martes, 23 de noviembre de 2010

TU HOGAR: ¿FUENTE DE SALUD O BAÑO DE RADIACIONES?



En las sociedades industrializadas llevamos más o menos un siglo "disfrutando" de las ventajas de la electricidad. Y en ese relativamente breve lapso de tiempo nos hemos habituado a convivir, pagando un precio (en todos los sentidos), con toda una serie de frecuencias electromagnéticas que nuestros bisabuelos desconocían. Sin irnos tan atrás, muchos recordaréis cuando en las habitaciones había un solo enchufe que iba a 125V. Y allí enchufábamos todo lo necesario, que en aquél entonces tampoco era tanto... De ahí hemos pasado a tener hasta tres y cuatro enchufes por habitáculo porque "necesitamos" conectar el aire acondicionado, la calefacción, la televisión, el ordenador con su WIFI, el 'bluetuth', el cargador del móvil, el de la cámara digital, el de la depiladora, el de la máquina de afeitar, el equipo de sonido... y dentro de poco nos implantarán un enchufe en los dedos para conectarnos nosotros mismos a la red... Vivimos en el mundo de las regletas, los alargadores y los empalmes, cuantos más, mejor. Así nos sentimos más "civilizados" y "conectados". Pero ¿conectados a qué? Diríase más bien "enganchados. Dependientes de una tecnología excesivamente frágil: en un apagón de lo buenos te toca encender velas, como a Cervantes, si quieres seguir leyendo. Caso de que aún conserves esa costumbre romántica. La de leer, digo, no la de las velas... Y no digamos ya si en una de esas tormentas solares con las que nos obsequia últimamente nuestro astro rey se va al garete todo el sistema eléctrico mundial...


Con todo, el de la dependencia es solo uno de los problemas de un tipo de energía tan costosa. Y no me refiero solo a la factura de Endesa. El otro inconveniete es el de la contaminación gratuita que el exceso de electromagnetismo artificial crea en nuestros hogares.


A menudo y sin saberlo, vivimos inmersos en una especie de "sopa de radiaciones artificiales", creadas por la tecnología, que nos afectan a la salud. Una mala instalación eléctrica o sin toma de tierra, un exceso de tecnologías inalámbricas en el hogar, enchufes y aparatos innecesarios, abuso en la utilización del móvil, radiodespertadores conectados a la red en el dormitorio... Todo ello nos informa de que nuestro entorno, y nuestro organismo, se halla saturado de radiaciones no muy beneficiosas para el equilibrio energético.


Una buena práctica -y una de mis pasiones estéticas- es el minimalismo en todo y para todo: reflexionemos sobre lo que realmente "necesitamos" en nuestros hogares y no nos dejemos seducir por las campañas de marketing que nos venden, como diría Diógenes "tantas cosas que no necesito"...


Otra cuestión clave es contar con el asesoramiento de profesionales que nos aseguren una correcta instalación eléctrica en el hogar, con un diseño en forma de espiga, no de anillo. Y siempre que podamos, sustituir cualquier tecnología inalámbrica (teclado, WIFI, teléfono...) por algo que lleve cable; mucho mejor para todos. Y digo para todos porque las microondas del WIFI de tu vecino se puede colar en tu vivienda y viceversa.


Finalmente, habría que considerar y analizar la presencia de elementos contanminantes exteriores a la vivienda: antenas de telefonía móvil, radio y TV, transformadores, torres de alta o media tensión, cableado urbano mal aislado o colocado en las fachadas de los primeros pisos, etc...


Definitivamente, la tecnología actual no es inocua y mientras no llegue al era de la energía libre, que ya descubrió Tesla hace un siglo, lo mejor que podemos hacer es conocer bien la que usamos y protegernos en lo posible de ella.


Como ya comenté en el artículo dedicado al dormitorio, evitaremos saturar dichos espacios de electropolución, con las medidas oportunas ya citadas. Lo mismo vale para el cuarto de los niños y el salón o el estudio. Una casa libre de contaminación electromagnética es hoy tanto un lujo como una necesidad.


En este sentido, merece la pena investigar un poco los distintos sistemas de iluminación, evitando, en lo posible, fluorescentes, halógenos con transformador y lámparas de bajo consumo (contienen y emanan mercurio del interior, aun sin romperse).


Sin caer en obsesiones ni purismos (no podemos volver al Paleolítico) creo que merece la pena reflexionar sobre el uso o abuso de la tecnología en el hogar e investigar soluciones más simples y más saludables para todos.


Finalmente, habría que considerar también las fuentes de contaminación electromagnética procedentes del exterior de la casa: antenas de telefonía móvil, de radio y de TV, transformadores, torres de media o alta tensión, radares, cableados urbanos mal aislados... Existen aparatos de medición de estas frecuencias que nos indican si estamos "invadidos" o no por estas energías artificiales y si están afectándonos a la salud. En nuestro país ya se han ganado varios juicios a favor de comunidades de vecinos y particulares en los que las empresas de electricidad o de telecomunicaciones tuvieron que desmantelar sus isntatalaciones. Por algo se empieza.
¡Infórmate, investiga...!

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